El viaje a California ha sido una pasada. Una locura en pleno Octubre que me moría de ganas de hacer. Habiendo pasado algunos veranos en la Costa Este, era la oportunidad perfecta para visitar la Oeste y ¡cómo ha merecido la pena! AQUÍ empieza la historia del viaje...
El viaje fue un caos, un auténtico desastre. En plena huelga francesa tenía que coger un TGV que me llevase a París la tarde antes de volar a EEUU. El caso es que llegue a la estación de Montpellier y en la pantalla de información no aparecía mi tren. Decidí tirar de "hospitalidad francesa" y preguntar que estaba pasando. Así pues, el típico francés empleado de SNCF prepotente y soberbio me contestó que mi tren estaba cancelado, que eso era la huelga en Francia y que si podía me montase en el siguiente o en el siguiente o en el siguiente... Jaaaa! Ilusa de mi que pense que esta huelga no me afectaría porque me iba! Al final, tuve suerte, y conseguí subirme al siguiente tren (medio camino en el pasillo, por supuesto) y llegué a Paris con unas cuantas horas de retraso. En la estación, me entere de que el RER B (el que lleva al aeropuerto, a casa de Marina y practicamente a todo París) no funcionaba... así que taxi para arriba taxi para abajo llegue a casa de Marina que me acogía esa noche (muchas gracias!).
A las 5 de la mañana cogí un taxi para que me llevase al autobus que lleva al aeropuerto - el Roissybus - pero como el RER no funcionaba había overbooking y... ¡en taxi al aeropuerto! Finalmente, ¡llegué! 12 horas de vuelo a Los Angeles y luego un avión (mejor hablemos de avioneta) de correspondencia a San Diego. Y... por fín... ¡en casa de Ana!
CONTINUARÁ....
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